Educación Sexual: Un Camino hacia la Expresión de nuestra Persona.
¿Se puede educar a la sexualidad?, ¿cómo se hace?, ¿a partir de cuando?...
Estas son solo algunas de las preguntas que se disparan al proponer educar en este sentido. Todas validas, por cierto, si tenemos en cuenta las movilizaciones que en cada uno/a de nosotros/as se generan. Muestra de ello es que en nuestro país recientemente se esta en proceso de instalar educación sexual a nivel formal, más allá de experiencias aisladas en colegios, liceos, ongs y otro tipo de instituciones.
¿Pero cuales fueron (y de alguna forma todavia siguen) algunos de los prejuicios que impidieron que se instalara la educación sexual formal?.
Existen personas que creen que si se educa sexualmente a los más jóvenes se estaría fomentando el despertar del deseo sexual prematura y promiscuamente. La experiencia demuestra, que por el contrario de lo que habitualmente se piensa, la educación sexual favorece un retraso de la iniciación sexual, además de propiciar conductas más responsables y comprometidas afectivamente.
Otros creen que este tipo de educación debe estar restringida solo al ámbito familiar, si bien es primordial este espacio, este proceso debe ser acompañado por cada institución que conforma nuestra sociedad. En este sentido debemos tener en cuenta que la educación sexual es un proceso permanente, es decir que informalmente todo/as con nuestro lenguaje, actitudes, gestos, silencios y postura frente a la sexualidad, estamos dando cierta orientación, cuando no mandatos rígidos, sobre que es y como debemos comportarnos sexualmente.
¿Qué sería entonces, la educación sexual?
Considerando que la sexualidad es una dimensión más del ser humano, la educación sexual apunta a integrarla a la vida sanamente, sin prejuicios, tabúes y mitos, que la distorsionen.
Para esto se hace necesario una visión de la sexualidad que supere el mero hablar de anatomía y fisiología a edades, por lo general, ya tardías. Es así, que la educación sexual se debe implementar desde el inicio de la vida.
Educar sexualmente implica tener en cuenta aspectos tales como: reproductividad, género, erotismos y la vinculación afectiva. Es así, que se apuntaría a generar un desarrollo armónico de la persona (físico, psicológico y social), fomentando la responsabilidad de sus actos, hacia los demás y hacia si mismo.
En consecuencia, se lograría construir una actitud reflexiva y critica que habilitaría a la aceptación de la propia sexualidad y la de los demás. Fundándose en el respeto a la diversidad de vivencias.
En este sentido, la revalorización del cuerpo, es elemental, conociendo y reconociendo cada parte, para así asumirlas como fuente de placer, comunicación y si se desea, de reproducción. Enmarcado en el respeto y tolerancia a los diferentes sistemas de valores sexuales que conviven, entendiendo por esto, lo que para una persona, colectividad o la humanidad entera, es importante o esencial en su vida.
Por otra parte favorecería la construcción de una postura propia frente a la sexualidad de acuerdo a una ética personal y social.
En definitiva desculpabilizaría y eliminaría miedos y creencias falsas, para poder vivir una sexualidad plena, conquistando la salud sexual, en tendiendo por ella la experiencia permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad. Para esto se hace necesario reconocer que todos y cada uno de nosotros contamos con derechos sexuales y reproductivos, los cuales deben ser respetados y reconocidos.
Características de la educación sexual integral.
• Más que la simple adquisición de conocimientos y contenidos, la educación sobre sexualidad debería guiar hacia al desarrollo del pensamiento crítico conducente al logro de actitudes positivas hacia la sexualidad.
• Fomentar el proceso por medio del cual el individuo pueda reconocer, identificar y aceptarse como un ser sexuado y sexual a todo lo largo del ciclo de vida, libre de toda ansiedad, temor o sentimiento de culpa.
• Fomentar el desarrollo de roles de género que promuevan el respeto y las relaciones justas entre seres humanos dentro de un marco de valores basado en los derechos humanos.
• Promover el valor de los vínculos y del componente afectivo de las relaciones humanas más allá de las relaciones de pareja.
• Promover el autoconocimiento en relación con el cuerpo como un factor de autoestima y de atención a la salud.
Fomentar el comportamiento sexual libre, responsable, consciente y placentero hacia si mismo y los otros.
• Promover la comunicación dentro de la pareja y la familia, al fomentar relaciones equitativas, independientemente del sexo y la edad.
Promover un comportamiento responsable compartido en relación con la planificación familiar, crianza de los hijos y el uso de métodos anticonceptivos.
• Promover decisiones responsables para la prevención de las infecciones de transmisión sexual.
Resultados recientes de evaluaciones de programas eficaces de educación sobre la sexualidad, prevención del embarazo de adolescentes y de prevención del VIH han demostrado que los programas de educación sobre la sexualidad de buena calidad se caracterizan por:
Aumentar los conocimientos
Aclarar los valores
Mejorar la comunicación entre padres e hijos
Ayudar a los jóvenes a retrasar el inicio de las relaciones sexuales, si estos programas están dirigidos a los adolescentes jóvenes
Aumentar el uso de anticonceptivos y condones
No fomentan en los jóvenes el inicio de las relaciones sexuales y
No aumentan la frecuencia de las relaciones sexuales.
Texto extraído de "Promoción de la Salud Sexual. Recomendaciones para la acción", O.M.S, O.P.S y W.A.S, celebada en Antigua Guatemala, Guatemala, 19 al 22 de mayo de 2000.
La información integral sobre sexualidad tiene las siguientes metas principales: